Autora: Karla Gaviño
Este tema merece más de 2
páginas, pero debo ser breve, pese a que deberíamos hablarlo hasta que sea
imposible no tenerlo presente, hasta que la alarma, la responsabilidad, la indignación
o siquiera la vergüenza nos obligue a actuar. Trataré de ir al grano, para rápidamente transmitir
la preocupación: En el Perú, en lo que va del 2020, 400 niñas son madres
como producto de una violación. De las 400 niñas madres, 11 tenían menos de 10
años[1]. Y me
preocupa también que podamos perder colectivamente la capacidad de indignarnos,
porque con ello, viene la minimización, la banalización, la inacción, y por
ende, la complicidad tácita que es la indiferencia.
No estoy en posición de analizar
las causas, y me encuentro lejos de tener la solución, pero me queda claro que
no estamos haciendo lo suficiente, ni como sociedad, ni como país en su
conjunto, incluyendo a nuestras autoridades públicas y privadas.
¿Qué podría aportar yo a este
tema, que ni siquiera pareciera estar en una verdadera agenda pública prioritaria?
Por lo pronto, información que recopilé y algunas ideas.
Si asumimos que la mayoría de las
violaciones ocurrieron antes de la cuarentena general por COVID-19, nos podemos
preguntar: ¿Qué ocurrió durante el confinamiento en todo el país?. Las cifras
conocidas nos dicen que durante los primeros 3 meses (esto es desde mediados de
marzo a mediados de junio), 422 niñas fueron víctimas de violación sexual según
los reportes oficiales[2]. El 05
de Julio, la Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Gloria Montenegro,
señaló que durante la cuarentena y hasta finales de junio, se reportaron
513 violaciones sexuales contra niñas, niños y adolescentes. Agregó que en los
107 días de cuarentena la Línea 100 atendió 67. 712 casos de violencia familiar
y abuso sexual, de los cuales 17.000 eran casos de violencia y abuso sexual contra
niñas, niños y adolescentes; las llamadas eran realizadas por las propias
menores agredidas, así como por vecinos que fueron testigos de las situaciones
de violencia. [3].
En un trabajo previo hemos
sostenido, apoyándonos en pronunciamientos de la ONU Mujeres y del Ministerio
de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), el incremento de la violencia
doméstica en el Perú durante la cuarentena por COVID-19 (incluyendo las
violaciones sexuales), así como la existencia de una cifra oculta por las
propias complejidades adicionales que supone denunciar en escenarios donde la
víctima se encuentra en cuarentena con el agresor, y tiene por tanto sus momentos
de privacidad y vías de comunicación mucho más limitados, cuando no
restringidos[4].
Si podemos entender que en
contextos previos al confinamiento, para cualquier persona adulta resultaba sumamente
difícil denunciar una violación, podemos internar ponernos por un momento en el
lugar de una niña, para quien debe ser más complicado comunicarlo (no digo “comprenderlo”,
digo “comunicarlo” incluso si no lo comprende), más aún en un contexto de
confinamiento, donde incluso si se decide a hacerlo, podría resultarle materialmente
imposible decirlo a otro familiar o a alguna autoridad, pues el violador es
parte del núcleo familiar con el cual se encuentra confinada.
Es válido asumir entonces, que la
cifra real es muy superior a la reportada. ¿Podemos como sociedad aceptar esto? ¿Podemos
dejarlo para después?. ¿Qué podemos
hacer?. Visibilizar el tema, indignarnos, actuar, denunciar por ellas.
Pero de forma colectiva, ¿qué más
hacer? La ONU Mujeres recomienda la prevención
de la violencia familiar mediante organizaciones locales de base[5]. Es
posible imaginar la adopción de esta recomendación para adaptarla a escenarios
donde autoridades (religiosas, municipales, entre otros), u organizaciones de
vecinos agrupados puedan contribuir como espacios de prevención, atención y acogida
de víctimas, y orientación para denunciar.
A nivel del Estado, es importante
lograr el pronto retiro del agresor (violador) del hogar, salvaguardando que no
pueda retornar a buscar ningún tipo de venganza, para evitar que se repitan
casos como el de Chontalí, donde el agresor que abusó sexualmente de su hija de
13 años en abril último, tras ser liberado 20 días después al retirarle la
prisión preventiva la Sala Mixta de Apelaciones de Jaén, regresó para intentar
quemarla viva[6].
Relacionado a esto último, la Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, manifiesta
que se encuentra en la agenda de trabajo de su Sector, la articulación con la
Policía Nacional, el Poder Judicial y la Fiscalía.
Esta articulación importante para
corregir y sancionar, no alcanza para prevenir, por lo que resulta necesaria la
implementación de estrategias articuladas también con otros Sectores, como Educación,
Salud y Cultura, lo cual si bien es reconocido por el MIMP, no se encuentra aún
puesto en marcha.
La situación es crítica, compleja
y quizá aún no la tenemos debidamente dimensionada, mas el sentido de urgencia
que merece y la obligación ética, legal y social de protección que tenemos
hacia las niñas y niños como sociedad y como personas, no nos puede permitir ni
el silencio, ni la indiferencia. Se acabó la cuarentena general pero el
problema no, viene de antes y continúa. ¿Hasta cuándo miraremos de lado? ¿Cuándo
empezaremos a actuar colectivamente?.
Lima, 08 de Julio de
2020
[1]
Fuente: Portal Wayka.pe. Nota de la Redacción publicada el 06.07.2020 en el link:
www.wayka.pe
[2]
Idem
[3]
Fuente: Diario “La República”. Nota de Redacción publicada el 05.07.2020 en el
link: www.larepublica.pe
[4]
Ames, Alexandra; Gaviño, Karla, “El COVID-19 y la violencia familiar en el Perú:
En cuarentena con el agresor”, publicado el 01.05.2020 en Propuesta País, www.propuestapais.pe
[5] Idem.
[6] Fuente: Tiburcio
Loayza, Graciela. Artículo “Chontalí: Agresor que abusó sexualmente de su hija intentó
quemarla para ser liberado”. Publicado el 17.06.2020 en el Portal Wayka.pe, en
el link: www.waika.pe
No hay comentarios.:
Publicar un comentario