Autora: Karla Gaviño Masías
Docente de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico.
Al igual que en muchos países de la región Latinoamericana y del Caribe, en el Perú año tras año se presentan dificultades en materia de inversión pública, principalmente en su ejecución. Al mes de setiembre de 2020, la ejecución total de los recursos anuales previstos para proyectos es de 26%. Si bien podríamos argumentar sobre el impacto de la COVID-19, lo cierto es que la ejecución es una debilidad constante en la inversión pública, y tiene un elemento clave que puede afectarla negativamente, mantenerla en el mismo estado o por el contrario, ayudarla a despegar: la gestión.
La aplicación desarticulada de los procesos de la obra pública y la ausencia de incentivos para coordinar entre los actores, se encuentran entre los principales aspectos que dificultan un adecuado manejo de las inversiones (sin perjuicio de honrosas excepciones). En este escenario, las formas colaborativas de gestionar la inversión pública, se colocan bajo el reflector como opciones novedosas para articular actores y procesos, buscando superar problemas casi eternizados durante el Ciclo de Inversión.
La falta de articulación durante las distintas Fases o etapas entre los participantes del Sector Público (que pueden ser distintas oficinas de la misma Entidad o distintas Entidades), como entre éste y las empresas contratistas, así como entre las propias contratistas (entre la empresa que elabora el Expediente Técnico y la que ejecuta la obra y/o las subcontratas), generan ausencias de información, duplicaciones e incompatibilidades de formatos, criterios, tecnologías, interferencias, entre otros, que necesitan ser armonizadas, atendiendo a los costos en tiempo y en dinero que suponen (y la afectación a la población, que no recibe los servicios oportunamente).
Entre estas opciones colaborativas, se encuentra el Building Information Modelling (por sus siglas, BIM), entendido como el conjunto de metodologías, tecnologías y estándares que permiten a múltiples actores colaborar en el diseño, construcción, operación y mantenimiento de inversiones públicas en espacios virtuales. Tiene por objetivo facilitar el diseño y la gestión aportando un modelo tridimensional inteligente, con información gráfica y no gráfica, en un entorno común y colaborativo, generando nueva información de calidad para una toma de decisiones transparente y eficiente. El BIM es una metodología de gestión basada en la colaboración, que no debe ser confundida con el manejo de un software de modelamiento de infraestructura, pues sin perjuicio de la importancia de estas herramientas, va más allá de ellas, e implica necesariamente un cambio cultural entre los actores de la inversión pública, sin lo cual el BIM nos quedará grande.
En la experiencia comparada, se utiliza en distintos países, resaltando en América del Sur la experiencia Chilena. En el Perú, no es extraño en las construcciones del sector privado, e inclusive se ha empleado en obras públicas realizadas de forma aislada, mas no como parte de una estrategia que involucre la modernización de la obra pública peruana. Conforme a las normas específicas en la materia con las que cuenta el Perú (el Decreto Supremo N° 289-2019-EF y la Resolución Directoral N° 003-2020-EF/63.01), el BIM puede ser empleado en las inversiones públicas de infraestructura o con componente de edificación, de las Entidades y Empresas públicas sujetas al Sistema Nacional de Programación Multianual y Gestión de Inversiones (Invierte.pe), durante cualquier Fase del Ciclo de Inversión.
Para la implementación del BIM, será importante contar con: i) el Plan BIM Perú que aporte una estrategia nacional integrada y articulada con el Sector Privado (principalmente con los contratistas) y la Academia (que deben ser aliados en la capacitación y difusión de la metodología); ii) estándares BIM, elaborados sobre la base de éstas interacciones, que clarifiquen la información a solicitar por las Entidades Públicas y sus características, y que por tanto, deberá proveer el Sector Privado; iii) el liderazgo del rector o de una Entidad específica para conducir la estrategia y su implementación, incluyendo su acompañamiento para la aplicación progresiva acompañada y focalizada del BIM (que tiene 25 usos, aplicar cada uno tiene un costo en dinero y tiempo, siendo importante identificar para qué se quiere el BIM en cada inversión); iv) proyectos pilotos con asistencia técnica que permitirán, a su vez, identificar los tipos de inversiones donde será recomendable iniciar su implementación, las mejoras para futuras inversiones y contar con insumo práctico para el desarrollo de guías metodológicas.
Finalmente, lo expuesto debe ir acompañado de la revisión de las normas que regulan las contrataciones públicas, así como de recomendaciones de cláusulas colaborativas en los contratos, y sobre todo, de una capacitación constante que acompañe el cambio de visión que el BIM implica.
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